Paul Mattick
Espontaneidad y organización

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[El capitalismo totalitario y el fin de la apariencia revolucionaria del viejo movimiento obrero]

El totalitarismo, sin embargo, ya no se restringió por mucho tiempo a las ambiciones políticas de nuevas organizaciones, sino que es creado por todas las fuerzas políticas activas. Para competir internamente contra los fascistas y las tendencias bolcheviques, las organizaciones imperantes deben, ellas mismas, adaptar los métodos totalitarios. A causa de que todas las luchas interiores reflejan rivalidades imperialistas, los preparativos de guerra todavía impulsan a la sociedad para llevarla todavia más allá hacia el totalitarismo. Porque el Estado controla más y más de las actividades sociales y económicas, la defensa de los intereses privados y monopolistas requiere el fortalecimiento de sus propias inclinaciones centralistas. En conclusión, las fuerzas sociales que se liberaron en dos guerras mundiales y que están intentando encontrar soluciones dentro del status quo, todas tienden a sostener y desarrollar un capitalismo totalitario.

Bajo estas condiciones, un renacimiento del movimiento obrero tal y como ha sido conocido en el pasado, y como todavía existe en forma castrada en algunos países, está fuera claramente de la cuestión. Todos los movimientos exitosos, bajo cualquier nombre, intentarán adherirse a los principios autoritarios. Si el mando social es ejercido en la forma de alianzas Estado-monopolísticas, fascismo o capitalismo de Partido, el grado de poder en las manos de los dominadores significará el fin del laissez-faire [o liberalismo auténtico] y la extensión del capitalismo totalitario. Por supuesto, es improbable que el capitalismo alguna vez alcance una forma totalitaria absoluta; nunca había sido un sistema del laissez-faire en el sentido pleno del término. Lo que todas estas 'etiquetas' designan son las prácticas dominantes dentro de una variedad de prácticas sociales y diferenciaciones de organización de acuerdo con la práctica gobernante. Están aclarados, no obstante, los nuevos poderes del Estado, capitalismo altamente concentrado, tecnología moderna, el control de la economía mundial, el periodo de guerras imperialistas y, también, que en adelante se hace necesario para el mantenimiento del status quo capitalista una organización social sin oposición, un control centralista que comprenda las actividades sociales efectivas de los hombres.

Si el fin del viejo movimiento obrero hace que la cuestión de la organización y la espontaneidad carezca de significación, tal y como es visto por este movimiento y tratado en sus controversias, la cuestión puede ser realmente significativa en un sentido más amplio, bastante distante de los problemas específicos de las organizaciones obreras del pasado. Como las explosiones revolucionarias, crisis y guerras también tienen que ser consideradas como sucesos espontáneos. Sin embargo, existe más información y ha sido acumulada mayor experiencia con respecto a las crisis y las guerras, que con respecto a la revolución.

En el capitalismo, el ordenamiento de los requerimientos fundamentales de la sociedad con respecto a la producción y el proporcionamiento del trabajo social hacia la satisfacción de las necesidades sociales es principalmente abandonado al automatismo del mercado. Las prácticas monopolistas rompen el mecanismo, pero incluso sin las tales interferencias esta forma de práctica socio-económica puede servir sólo a las peculiares necesidades 'sociales' del capitalismo. El tipo de relación indirecta entre el suministro y la demanda establecidas por el automatismo del mercado se refiere a, y es determinado por, la rentabilidad de capital y su acumulación. Los aspectos conscientes del 'ordenamiento' de los monopolios, concierne a como ellos tienen sólo sus propios intereses especiales, incrementan la irracionalidad del sistema en conjunto. Incluso la planificación Estado-Capital sirve primero de todo a las necesidades particulares y a la seguridad de sus grupos dominantes y privilegiados, no a las necesidades reales de la sociedad. Porque las acciones de los capitalistas son determinadas por requisitos de ganancia y por intereses especiales, no sociales, los resultados reales de sus decisiones pueden diferir de sus expectativas; el resultado social de varias decisiones, determinadas de modo individualista, puede perturbar la estabilidad social y puede hacer fracasar las intenciones que están detrás de tales decisiones. Sólo algunas, no todas las consecuencias sociales de las acciones individualistas, son conocidas de antemano. Los intereses privados prohiben una organización social que podría proporcionar una certeza razonable sobre las consecuencias principales de sus acciones. Esto implica un desarrollo social de fricciones crecientes, desproporcionalidades, pospuestas re-organizaciones llevando a conflictos violentos entre viejos y nuevos intereses, a crisis y depresiones que parecen ser acontecimientos espontáneos debido a la falta de organización para tratar con la sociedad desde un punto de vista social, no-clasista.

No hay ninguna posibilidad dentro del status quo de organizar las actividades sociales para los intereses de la sociedad en conjunto. Las nuevas organizaciones son sólo expresiones del cambio de posiciones de clase y dejan la relación de clase básica inalterada. Las viejas minorías gobernantes son reemplazadas por nuevas minorías gobernantes, la clase proletaria está fragmentada en los varios grupos del status, unas capas de la clase media desaparecen, otras alcanzan una influencia mayor. Ya que toda práctica social, actividad concreta, si es social del todo, sólo es social en efecto y no por designio -por 'accidente' por así decirlo- no existe una fuerza en la sociedad cuyo propio crecimiento continuo delimite la 'anarquía' social y desarrolle un conocimiento más completo de las necesidades sociales y de las oportunidades, que podrían llevar a la autodeterminación social y a una sociedad verdaderamente social. Luego, en cierto modo, es el número y la variedad de organizaciones en el capitalismo lo que impide la organización de la sociedad. Esto significa que no sólo todas las actividades descoordinadas y contradictorias terminan en esperadas o inesperadas crisis, sino también que las actividades de todas las personas, organizadas así como desorganizadas, son más o menos 'responsables' de las explosiones espontáneas en la forma de crisis o de guerra.

No hay ninguna manera, sin embargo, de desandar el proceso que condujo a la crisis o la guerra en todos sus detalles importantes, y así explicar, después del hecho, qué actividades particulares, y sus acuerdos dentro de los procesos de desarrollo, determinaron la catástrofe. Es más fácil, y para los propósitos capitalistas suficiente, seleccionar arbitrariamente un punto de inicio, como que la guerra llevó a la crisis y la crisis a la guerra, o sofisticadamente, para apuntar a las idiosincrasias de Hitler o al anhelo de Roosevelt por la inmortalidad. Las guerras aparecen como explosiones espontáneas y como empresas organizadas. La culpa de su estallido está colocada en los peldaños de naciones particulares, gobiernos, grupos de presión, monopolios, cartels y trusts. Todavía, para echar toda la culpa a las organizaciones específicas y a las políticas particulares para las crisis y las guerras, se quiere pasar por alto el problema real aquí envuelto y se indica una incapacidad para hallarlo efectivamente. Para apuntar a los elementos organizativos involucrados sin enfatizar sus limitaciones dentro de la 'anárquica' escena social, se promulga la ilusión de que posiblemente 'otras organizaciones' y 'otras políticas' podrían prevenir igual tales catástrofes sociales dentro del status quo. El status quo, sin embargo, es sólo otro término para las crisis y guerras.

Había, para estar seguros, algún tipo de 'orden' obsevable en el capitalismo y una tendencia definida de desarrollo basada en este 'orden'. Fué proporcionado por la productividad creciente del trabajo. La productividad incrementada, empezando en una o más esferas de la producción, llevó a una modificación general del nivel productivo de la sociedad y a alteraciones consecuentes en todas las relaciones socio-económicas. Los cambios se reflejaron en relaciones políticas alteradas y condujeron a una relación cambiada, menos o más contradictoria, entre la estructura de clase y las fuerzas productivas de sociedad.

Lo que es las fuerzas de producción. Obviamente, trabajo, tecnología, y organización; menos obviamente, fricciones de clase y por consiguiente ideologías. En otras palabras, las fuerzas productivas son acciones humanas, no algo separado que determina las acciones humanas. Por consiguiente, una línea previa de desarrollo no precisa necesariamente ser continuada. Pueden detenerse situaciones sociales, pueden crearse las condiciones previas que destruyen lo que ha sido construido antes. Pero si la extensión y la continuación de una tendencia de desarrollo previa era el 'objectivo social', la historia podría ser en verdad la historia del 'progreso' social a través del despliegue de sus capacidades productivas.

Ese capitalismo vino a hacerse presupuesto de un cierto crecimiento de las fuerzas productivas sociales, un aumento en el trabajo excedente y la capacidad de soportar a una clase no-productora creciente. Hablar en términos del 'crecimiento de las fuerzas productivas' como lo determinante de todo el desarrollo social, era particularmente apto, bajo el fetichismo de la comodidad del capitalismo del laissez-faire, bajo su individualismo económico para el que parecía como si las 'fuerzas productivas' fuesen desarrolladas independientemente de los deseos y necesidades capitalistas. La insaciabilidad para la acumulación desarrollada rápidamente con las fuerzas productivas y su perfeccionamiento, permitió una continua re-organización de la estructura socio-económica, y, a su vez, las re-organizaciones actuaron como nuevos incentivos para elevar más allá la productividad social. Fue dicho que el capitalismo, hablando históricamente, se había justificado a sí mismo a causa de su 'ciego' pero progresivo desarrollo de las fuerzas productivas de sociedad, de entre las cuales el proletariado industrial moderno fue considerado la más grande.

Si debe parecer que una liberación plena de las capacidades productivas de sociedad haría posible la formación y el mantenimiento de una sociedad sin clases, está perfectamente claro que las clases inmediatamente privilegiadas no dejarán su mando actual simplemente debido a la probabilidad de una sociedad socialista futura. De todos modos, en semejante problema, los dueños y directores de producción no pueden actuar como una 'clase'; una 'revolución por consenso' es un sinsentido. La acumulación para la acumulación continúa y conduce a llevar más allá al capital y a la concentración de poder, es decir, a la destrucción del capital, a las crisis, depresiones y guerras. Pero el capitalismo, simultáneamente desarrolla y retarda las fuerzas productivas, y ensancha el hueco entre la producción real y la potencial. La contradicción entre la estructura de la clase y las fuerzas productivas excluye el 'congelamiento' del nivel prevaleciente de la producción, así como su expansión hacia una abundancia real.

Por ninguna otra razón que por la fuerza de la costumbre parece probable que el futuro inmediato, como el pasado inmediato, sea caracterizado por un crecimiento extenso de las fuerzas productivas. Esto implica el agudizamiento de la competición, a pesar de todas las tentativas de controlar parcial o completamente la producción. Aunque las unidades capitalistas más grandes han absorbido numerosas empresas más pequeñas, y asegurado las condiciones monopolistas temporales para el conjunto de las industrias y las combinaciones de industrias, este proceso ha simplemente intensificado la competición internacional y la lucha entre las empresas no monopolistas restantes. La competición en el capitalismo de Estado asume una forma diferente pero más exhaustiva, debido a la completa atomización por la máquina del Estado terrorista de las masas de la población y en su propia burocracia debido a la estructura jerárquica de su organización.

La aplicación de las nuevas tecnologías y fuerzas organizativas de la producción hace necesario controles sociales adicionales. La desorganización del proletariado marca el principio del proceso que lleva a la atomización total de la población entera y al monopolio estatal de la organización. En un polo nosotros encontramos toda la fuerza organizada concentrada; en el otro polo, una masa amorfa de personas incapaces de combinar para una lucha sus propios intereses. En la medida en que están organizadas, las masas son organizadas por sus jefes/directores; en cuanto pueden alzar sus voces, hablan con las palabras de sus amos. En todas las organizaciones, la masa atomizada de las personas encara siempre al mismo enemigo, el Estado totalitario.

La atomización de la sociedad requiere un cercamiento total por la organización estatal. Los socialistas y los bolcheviques consideraron la sociedad capitalista ineficazmente organizada con respecto a la producción y al intercambio y en otros aspectos extra-económicos. El énfasis en la organización era énfasis en el mando social. El socialismo tenia que ser en primer lugar la organización racional de toda la sociedad. Y una sociedad eficazmente organizada excluye, por supuesto, las actividades imprevistas que puedan surgir en los sucesos espontáneos. El elemento espontáneo en la sociedad tenía que desaparecer con la planificación de la producción y la distribución determinada de modo centralista de los bienes. No sólo los bolcheviques, sino los fascistas también, hablaban de la espontaneidad sólo mientras su poder no era absoluto. Cuando todas las capas sociales existentes se sometieron a su autoridad, ellos llegaron a ser los máximos organizadores completos de la sociedad. Y fue precisamente esta actividad organizadora lo que ellos designaron con el término socialismo.

La contradicción entre la estructura de clase y las fuerzas productivas permanece sin embargo, y con ello la inevitabilidad de la crisis y la guerra. A pesar de que las masas inactivas no pueden resistir mucho tiempo el totalitarismo en su forma organizada tradicional, y aunque no han desenvuelto nuevas armas y formas de acción adecuadas a las nuevas tareas, las contradicciones de la estructura social de clase permanecen irresolutas. Mientras, dando seguridad temporal, el sistema autoritario terrorista también refleja la inseguridad creciente del capitalismo totalitario. La defensa del status quo viola el status quo liberando nuevas, desenfrenadas, o ingobernables actividades. Los mandos más poderosos sobre los hombres son realmente débiles cuando son comparados con las tremendas contradicciones que desgarran hoy el mundo. Aunque todas las contradicciones ahora oponen una organización, la sociedad capitalista nunca estaba tan malamente organizada como lo está ahora cuando está completamente organizada.

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