Paul Mattick
Espontaneidad y organización
Índice
[La fusión del Capital y el Estado. Del bolchevismo y el fascismo hacia
un nuevo estadio de totalitarismo]
A la luz de hoy, el capitalismo del siglo diecinueve parece como si hubiera
sido un 'capitalismo subdesarrollado', no totalmente emancipado de su pasado
feudal. Capitalismo, que desafiando no la explotación sino sólo
la posición monopolista de una forma particular de explotación,
pudo desplegarse de verdad a sí mismo 'dentro de la cáscara' de
la vieja sociedad. Sus acciones revolucionarias se apuntaron meramente al mando
gubernamental con el objecto de penetrar las fronteras restrictivas del feudalismo
y afianzar las libertades capitalistas. Los capitalistas estaban completamente
ocupados con ello y satisfechos por su extensión mundial del comercio,
su creación del proletariado y de la industria y su acumulación
de capital. La 'libertad económica' era su preocupación central
y con tal de que el Estado diese soporte a su posición social explotadora,
la composición del Estado y su separación [de los otros] no eran
de su preocupación.
No obstante la independencia relativa del Estado no era una característica
principal del capitalismo, sino meramente una expresión del crecimiento
capitalista dentro de los límites de condiciones capitalistas incompletas.
El amplio desarrollo del capitalismo implícaba la capitalización
del Estado. Lo que el Estado perdiese en 'independencia' sería ganado
en poder; lo que los capitalistas perdiesen con el Estado lo recobrarían
en mando social aumentado. A un tiempo, los intereses del Estado y del Capital
se volvieron idénticos, lo que indicó que el modo capitalista
de producción y su práctica competitiva fueron ahora aceptadas
generalizadamente. El Estado ampliado, el capitalismo nacionalmente organizado,
dejó claro una vez más que había domado a toda la oposición,
que el conjunto de la sociedad, incluso el movimiento obrero -y no en un tiempo
mucho mayor que los empresarios capitalistas- se había vuelto capitalista.
Que la capitalización del movimiento obrero era un hecho cumplido estaba
manifiesto en su interés incrementado en el Estado como un instrumento
de emancipación. Ser 'revolucionario' significaba escapar de la estrecha
'conciencia sindical' del periodo del capitalismo de Manchester, luchando por
el control del Estado y aumentando su naciente importancia extendiendo sus poderes
incluso sobre las áreas más amplias de la actividad social. La
fusión del Estado y del Capital era simultáneamente la fusión
de ambos con el movimiento obrero organizado.
Tenemos en el bolchevismo ruso el primer sistema en el que la fusión
del Capital, el Trabajo y el Estado era cumplida a través de la maniobra
política del ala radical del viejo movimiento obrero. Desde el modo de
ver de Lenin, la propia burguesía no era capaz de revolucionar la sociedad
por más tiempo. El tiempo de la revolución capitalista en el sentido
tradicional había pasado. Para escapar del status colonial, la fase imperialista
del capitalismo forzó a las naciones atrasadas a adoptar como su punto
de arranque de desarrollo eso que, bajo las condiciones del laissez-faire, había
sido considerado el posible fin de los procesos competitivos. Las naciones atrasadas
no podrían liberarse por los medios tradicionales de desarrollo del capital
sino a traves de luchas políticas dentro del modelo bolchevique. No desafiando
al sistema capitalista de explotación sino sólo a su restricción
a grupos particulares de empresarios y financieros, el Partido Bolchevique usurpó
el control sobre los medios de producción a través del mando del
Estado. No había ninguna necesidad de someterse al esquema histórico
de enriquecimiento lucrativo y de acumulación de capital para alcanzar
las posiciones de mando social. La explotación no dependía de
las condiciones del Laissez-Faire sino del mando sobre los medios de producción.
Debía ser aún más beneficioso y seguro con un sistema unificado
y centralizado de control de lo que había sido en el pasado bajo un control
indirecto del mercado con intervenciones esporádicas del Estado.
Si en Rusia la iniciativa totalitaria vino del movimiento obrero radical,
era debido a su proximidad íntima a Europa Occidental, donde procesos
similares estaban en marcha, aunque ellos se trataron de forma reformista, no
revolucionaria. En Japón la iniciativa fue tomada por el Estado y el
proceso asumió un carácter diferente con las viejas clases dominantes
como hacedoras de las políticas estatales. En Europa Occidental la capitalización
del viejo movimiento obrero y su influencia en el Estado habían alcanzado
semejante punto, particularmente durante los años de la guerra, que este
movimiento se agotó y vació de iniciativa con respecto al cambio
social.
No podría superar estancamiento social (causado en parte por su propia
existencia y acentuado por los resultados depresivos de la guerra), sin primero
transformarse radicalmente a sí mismo. Los esfuerzos de bolchevización
fallaron, sin embargo. Al contrario que la rusa, la burguesía occidental
poseyó una flexibilidad mayor dentro de las instituciones democráticas
'progresivas' y operó en una base social más amplia y más
integrada. Era en Alemania, el país capitalistamente más fuerte
de todas las naciones que fueran derrotadas en la primera guerra mundial, y
que fueron desdeñadas por la división del botín, en la
que el fascismo se desarrolló más tarde. Pero el bolchevismo había
apuntado el camino al poder por medio de la actividad de Partido. El mando totalitario
por la vía del partido -la posibilidad del capitalismo de Partido- se
demostró en Rusia. Nuevos partidos políticos, en parte burgueses,
en parte proletarios, operando con ideologías nacionalistas-imperialistas
y con programas de Estado capitalista más o menos consistentes, cambiaban
la fachada de las viejas organizaciones como nuevas fuerzas 'revolucionarias'.
Con una base de masas propia, alimentada por la crisis insoluble, con menos
respeto por la legalidad y los procedimientos tradicionales y con el apoyo de
todos los elementos que estaban moviéndose por una solución imperialista
de las condiciones de la crisis, ellos fueron capaces, primero en Italia y después
en Alemania, de derrotar a las viejas organizaciones. Incluso en América,
la nación capitalista más fuerte, se hicieron esfuerzos durante
la Gran Depresión para afianzar la autoridad aumentada del Estado, recientemente
ganada, a través de la creación de una masa-soporte para las políticas
de colaboración de clases dirigidas por el gobierno.
El derrumbamiento de las naciones fascistas en la segunda guerra mundial no
alteró la tendencia totalitaria. Aunque la independencia de las naciones
derrotadas está en su final, su estructura autoritaria permanece. Sólo
han sido destruidos o subordinados a las necesidades de los poderes victoriosos
aquellos aspectos de su totalitarismo que eran directamente concernientes con
la fabricación de guerra independiente. Aunque los asientos de mando
han cambiado y se han invocado nuevos métodos, hay más autoritarismo
en el mundo hoy del que había antes, e incluso que durante la guerra.
Es más, las naciones 'victoriosas' como Inglaterra y Francia se encuentran
en la misma posición hoy que las naciones derrotadas después de
la primera guerra mundial. Parece que el desarrollo entero de Europa Central
entre las dos guerras será repetido en Inglaterra y Francia.
Siguiente >>
|