Paul Mattick
Espontaneidad y organización
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[La tendencia al totalitarismo y el capitalismo mundial]
La evolución totalitaria de estas organizaciones es una repetición
a pequeña escala de la transformación de la sociedad liberal en
la sociedad autoritaria. Es un proceso lento y contradictorio, e implica una
lucha inter-organizacional así como el combate contra los movimientos
políticos competidores. Tiene lugar en un momento en el que la extensión
internacional del proceso de concentración capitalista convierte los
intereses monopolistas en intereses nacionalistas; cuando la economía
mundial es el monopolio de un puñado de naciones o bloques de poder,
y el mando directo sobre la producción y el comercio que existe en cada
nación avanzada está siendo realizado a escala del mundo entero.
Bajo estas condiciones, el movimiento obrero no es por mucho tiempo capaz de
soportar la expansión del capital solamente por medio de las luchas por
sus intereses colectivos específicos. Debe convertirse en un movimiento
nacional y debe tomar parte en la re-organización de la economía
mundial de acuerdo con las cambiantes relaciones de poder. Sin embargo, el movimiento
obrero, obstaculizado por la tradición y teniendo intereses creados propios,
hace difícil ser convertido de un mero soporte del nacionalismo en una
fuerza conducida del imperialismo. Los nuevos movimientos políticos saltan
a explotar esta inflexibilidad y, en donde persiste, para reemplazar el movimiento
obrero por un movimiento nacional-socialista.
Estemos seguros, el movimiento nacional-socialista es 'nacional' sólo
para ser imperialista. El 'internacionalismo' burgués, que es el mercado
mundial libre, era una ficción. Era 'libre' sólo porque estaba
libre de la competición contra las naciones industriales principales
y las corporaciones internacionales. La expansión del capital, mientras
delimita la competición con una mano, extiende la competición
con la otra; las viejas posiciones monopolistas fueron destruidas en favor de
nuevas constelaciones monopolistas. Si las interferencias monopolistas en el
'libre' mercado mundial impedían la expansión capitalista, al
mismo tiempo forzaron a naciones recientemente en vías de desarrollo
y levantaron en ellas intereses privados, para establecer sus propias restricciones
monopolistas competitivas para afianzar para sí mismos un lugar dentro
de la economía mundial.
La pugna para entrar en el 'libre' mercado mundial, así como la lucha
para dejar fuera a todos los recién llegados, obstaculizó el desarrollo
capitalista general al precio de una creciente desproporcionalidad de la economía
en conjunto. La diferencia entre las fuerzas sociales totales de la producción
a causa de ello liberadas, y la organización de la producción
mundial y del comercio privadamente -y nacionalmente- determinada, se convirtieron
en el más amplio progreso capitalista que había sido logrado.
Incapaz para detener el crecimiento de las fuerzas productivas debido a la situación
competitiva, procedió a re-organizaciones de la economía mundial
de acuerdo con la distribución cambiante del poder económico por
la vía de las crisis y las guerras. Esto llevó, a su vez, a un
énfasis renovado en el nacionalismo, aunque todos los problemas políticos
y económicos están determinados por la naturaleza capitalista
de la economía mundial. El nacionalismo es meramente el instrumento para
la competición a gran escala; es el 'internacionalismo' de la sociedad
capitalista.
El internacionalismo proletario estaba basado en una aceptación del
ficticio 'libre comercio', el principio de la burguesía. Concebía
el desarrollo internacional como una mera extensión cuantitativa del
desarrollo nacional familiar. Solamente al penetrar la empresa capitalista las
fronteras nacionales, entonces el movimiento obrero ganó una base internacional
sin cambiar su forma o actividades. El único cambio cualitativo que podría
esperarse siguiendo a los cambios cuantitativos era la revolución proletaria,
y esto debido a la idea de la polarización de la sociedad: lo que significa
que un siempre número menor de dominadores se enfrentaría a una
siempre creciente masa los dominados. Lógicamente, este proceso podría
llevar o a la absurdidad o a la expropiación social de los expropiadores
individuales.
Si la pugna sobre el precio de la fuerza de trabajo fue considerada como resultante
del firme crecimiento de la conciencia de la clase proletaria y creación
de una base objetiva para el socialismo, la totalidad del proceso de la concentración
capitalista también fué bienvenido como un paso de desarrollo
necesario en dirección a la nueva sociedad. Negocios de gran escala,
cartelizaciones, trustificaciones, control financiero, intervenciones del Estado,
nacionalismo, e incluso el imperialismo, fueron sostenidos para ser señales
indicadoras de la 'maduración' de la sociedad capitalista hacia la revolución
social. Si esto envalentonó a los reformistas para que previeran su victoria
legal en el mando gubernamental como un requisito suficiente para el cambio
social, también hizo posible para los revolucionarios esperar que incluso
bajo inferiores condiciones de 'madurez' podría instituirse el socialismo
a través de la ocupación de los poderes gubernamentales. Las disputas
entre los socialistas y los bolcheviques se situaban sobre problemas tácticos
y no afectaron a su acuerdo básico de que la `última fase´
del capitalismo podría ser transformada en socialismo mediante acciones
gubernamentales. Si los socialistas parecieron esperar por el 'progreso' para
ejecutar su curso y entregarse al gobierno, los bolcheviques se equivocaban
en intentar progresar y hacerlo más rápido.
La derrota rusa en la primera guerra mundial y la necesidad ampliamente asumida
de 'modernizar' Rusia para afianzar su independencia nacional llevó al
colapso del zarismo y a una revolución que portó a los 'elementos
progresivos' al poder. El ala más agresiva del movimiento socialista
concentró pronto el poder en sus propias manos. Para acelerar el proceso
de socialización, los bolcheviques obligaron a la población a
actuar en acuerdo estricto con su programa político. Desde su punto de
vista no era importante si sus decisiones todavía eran de un carácter
capitalista, mientras estuviesen alineados con el desarrollo capitalista general
hacia el capitalismo de Estado, y mientras incrementasen la producción
y mantuviesen el gobierno bolchevique, que se vio como una garantía de
que, al final, a pesar de todas las inconsistencias, compromisos y concesiones
a los principios capitalistas y a los poderes capitalistas, un estado de socialismo
podría decretarse desde arriba. El punto era guardar al gobierno revolucionario,
es decir, en manos bolcheviques y preservar su carácter revolucionario
a través del adoctrinamiento rígido de sus miembros con una ideología
básicamente inmutable. Sosteniendo un fanatismo capaz de oponerse a todas
las desviaciones, los bolcheviques intentaron hacer la máquina de la
organización más poderosa que todos sus enemigos. La dictadura
gubernamental, sostenida por un partido dictatorialmente dirigido y un sistema
jerárquico de privilegios, se consideró como el ineludible primer
paso en la actualización del socialismo.
Más allá del crecimiento monopolizador de la organización,
las intervenciones estatales en la economía y los requisitos organizativos
del imperialismo moderno, una tendencia hacia el mando totalitario se operaba
en todos los países, particularmente en esos que estaban sufriendo más
o menos bajo condiciones de crisis 'permanente'. Si la crisis capitalista, como
su economía, es internacional, no golpea a todos los países igual
de duro ni de maneras idénticas. Hay países 'más ricos'
y 'más pobres' con respecto al material, los recursos humanos y capitalistas.
Las crisis y las guerras conducen a un nuevo reparto de las posiciones de poder
y a nuevas tendencias en el desarrollo económico y político. Pueden
ser expresiones de relocalizaciones del poder ya realizadas o de instrumentos
para llevarlas a cabo. En cualquier caso el mundo capitalista se encuentra a
sí mismo decisivamente cambiado y diferentemente organizado. Las nuevas
innovaciones organizativas se generalizan, aunque no necesariamente de modo
similar, por la vía de las luchas competitivas. En algunos países,
las nuevas formas de dominación social, introducidas por la alta concentración
de capital, pueden ser predominantemente de un carácter económico,
o en otros asumir una apariencia política. De hecho, puede haber una
dominación centralista más avanzada en los primeros que en los
últimos. Pero si éste es el caso, sólo obliga a las naciones
menos determinadas centralistamente a incrementar sus capacidades de dominación
política. Un régimen fascista resulta de las luchas sociales que
acompañan a las dificultades internas y de la necesidad de compensar,
por vía de la organización, las debilidades no compartidas por
las naciones capitalistas más fuertes. El régimen político
autoritario es un sustituto para la falta de un sistema centralista de toma
de decisiones 'libremente' desarrollado.
Si el totalitarismo es un resultado de cambios dentro de la economía
mundial, también es responsable de la actual tendencia mundial a suplementar
fuerza económica con medios político-organizativos. En otras palabras,
el desarrollo del totalitarismo sólo puede entenderse en los terminos
de la situación capitalista mundial. Bolchevismo, Fascismo y Nazismo
no son productos nacionales independientes sino las reacciones nacionales a
las formas cambiadas de la competición mundial, así como la tendencia
hacia el totalitarismo en las naciones 'democráticas' es en parte una
reacción a las presiones por y contra las actividades imperialistas.
Por supuesto, sólo los países capitalistas principales son competidores
independientes por la dominación del mundo; las numerosas naciones más
pequeñas, ya fuera de la carrera, meramente se adaptan a la estructura
social de los poderes dominantes. A pesar de eso, la estructura totalitaria
de sociedad moderna no se desarrolló primero donde normalmente sería
esperado -donde había alta concentración de poder económico-
sino en las naciones capitalistas más débiles. Los bolcheviques,
adiestrados occidentalmente, vieron en el capitalismo de Estado la última
fase de desarrollo capitalista, una entrada al socialismo. Alcanzar la entrada
por medios políticos hizo necesario su dictadura, y hacerlo eficaz significó
ser totalitarios. Los regímenes fascistas de Alemania, Italia y Japón
representaron tentativas de, a través de la organización, recuperar
lo que estaba faltando en términos de fuerza capitalista tradicional,
encontrar un atajo a la competición a gran escala, desde que el desarrollo
económico general les impidió el aumento o el mantenimiento de
sus porciones en la explotación del mundo.
Observado desde este punto de vista, el conjunto del desarrollo capitalista
ha estado avanzando hacia el totalitarismo. La tendencia se hizo clara con el
comienzo del presente siglo. Los medios para su realización son las crisis,
las guerras y las revoluciones. No se restringe a las clases especiales y naciones
particulares, sino que involucra a la población del mundo. Desde esta
perspectiva, también puede decirse que un capitalismo 'totalmente desenvolvido'
sería un capitalismo global, centralizadamente dominado de un modo totalitario.
Siendo realizable, correspondería a la meta socialista y bolchevique
del gobierno del mundo, planificando la totalidad de la vida social. También
correspondería al limitado 'inter-nacionalismo' de los capitalistas,
fascistas, socialistas y bolcheviques que preveen semejantes organizaciones
parciales como la Unión Europea, el Pan-Eslavismo, el Bloque-Latino,
las Internacionales numeradas, la Comunidad de Naciones, la Doctrina-Monroe,
la Carta (constitucional) Atlántica, las Naciones Unidas y en adelante,
como pasos necesarios hacia el gobierno mundial.
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