Paul Mattick
Espontaneidad y organización
Índice
[El hundimiento en el reformismo y sus límites]
Desde hace mucho tiempo los sindicatos y los partidos obreros han dejado de
actuar de acuerdo con sus originales intenciones radicales. 'Los problemas del
día' transformaron estos movimientos y llevaron a una situación
en que no hay organizaciones obreras `reales´ a pesar de las numerosas
pseudo-organizaciones que todavía siguen existiendo. Incluso el ala socialista
del movimiento concibe la reforma no como una transición al socialismo
sino como un medio para un mejor, más agradable capitalismo, a pesar
del hecho que su literatura continúa empleando a menudo términos
socialistas. La lucha por mejor condiciones de vida dentro de la economía
de mercado, a causa de que era una lucha sobre el precio de la potencia de trabajo,
transformó el movimiento obrero en un movimiento capitalista de los trabajadores.
A mayor presión proletaria, lo más importante se volvió
la necesidad capitalista de aumentar la productividad del trabajo por procedimientos
tecnológicos y organizativos y por la extensión nacional y internacional
de sus negocios. Como la competición en general, la lucha proletaria,
también, sirvió como un instrumento para aumentar el ritmo de
la acumulación de capital, para impulsar a la sociedad de un nivel de
producción a otro. No sólo los jefes obreros sino también
el conjunto de la jerarquía y la clasificación de los trabajadores,
perdidas sus tempranas aspiraciones revolucionarias al tiempo que la productividad
creciente del trabajo aceleraba la expansión del capital y permitieron
a la vez beneficios más altos y sueldos mejores. Aunque los sueldos disminuyeron
en relación con la producción, aumentaron en términos absolutos
y alzaron el nivel de vida de grandes masas de obreros industriales en los países
capitalistas principales. Se aumentaron las ganancias y la formación
de capital fue acelerada más allá por el comercio extranjero y
la explotación colonial. Esto ayudó a estabilizar las condiciones
de una naciente aristocracia obrera. Periódicamente el proceso fue interrumpido
por crisis y depresiones que actuaron, aunque ciegamente, como coordinación
de los factores en el proceso de re-organización capitalista. A la larga,
sin embargo, la base dual que soportaba la expansión del capital por
el lado de la clase obrera y el de la competición capitalista, llevaron
a una fusión completa de intereses entre las organizaciones del trabajo
y los gestores del capital.
Había, por supuesto, organizaciones que lucharon contra la integración
del movimiento obrero en la estructura capitalista. Interpretaron la reforma
como un paso hacia la revolución e intentaron comprometerse en actividades
capitalistas y al mismo tiempo mantener una meta revolucionaria. Ellos vieron
la fusión de capital y trabajo como un asunto temporal, a ser sufrido
o utilizado mientras durase. Su profundidad parcial en materias de colaboración
previno en sus logros un significado organizativo; y esto, a su vez, los llevó
dar énfasis a la espontaneidad. Los socialistas del ala izquierda y sindicalistas
revolucionarios pertenecen a esta categoría.
Algunos países tienen niveles de vida más altos que otros, los
sueldos altos de algunos grupos de trabajadores implican los sueldos bajos para
otros. Las tendencias equiparantes que operan en el capitalismo competitivo
con respecto a la productividad, la tasa de beneficio y los niveles salariales,
tienden a eliminar los intereses especiales amenazando los privilegios particulares.
Así como los capitalistas intentan escapar a este proceso de nivelación
a través de la monopolización, organizando asi mismo grupos de
obreros que votan a su favor para afianzar sus posiciones especiales a pesar
de las necesidades de clase del proletariado como un todo. Estos intereses especiales
se ligan entre sí para volverse intereses `racionales´. Defendiendo
sus organizaciones políticas y económicas para retener los privilegios
socio-económicos asegurados a través de ellas, los obreros no
sólo defienden esa fase del particular del desarrollo capitalista que
garantiza su posición especial, sino también las políticas
imperialistas de sus naciones.
Para mantener el status quo, las relaciones sociales básicas son más
'eficientemente' organizadas y re-organizadas. A día presente la re-organización
dentro de la estructura de la clase social tiene un caracter totalitario. La
ideología, también, se vuelve totalitaria, ambos como una condición
previa y como un resultado de esta re-organización. Las organizaciones
no-totalitarias se vuelven totalitarias en un esfuerzo por conservarse a sí
mismas. En las naciones totalitarias, las llamadas organizaciones obreras actúan
exclusivamente en nombre de las clases dominantes. Lo hacen también en
los países `democráticos´, aunque de una manera menos obvia
y con una ideología en parte diferente. Aparentemente no hay ninguna
manera de reemplazar estas organizaciones con unas nuevas de un carácter
revolucionario -una situación desesperada para aquellos que quieren organizar
la nueva sociedad dentro de la cáscara de la vieja y aquellos que todavía
se pliegan a progresos dentro del status quo, desde que todas las reformas requerirían
ahora medios totalitarios. La Democracia burguesa dentro de las condiciones
del Laissez-faire -es decir, la situación social en la que las organizaciones
obreras del tipo tradicional podrían formarse y desarrollarse- o no existen
mucho tiempo o están anuladas. La discusión entera alrededor de
la cuestión de la organizacion y la espontaneidad que agitó el
viejo movimiento obrero ha perdido su significado ahora. Ambos tipos de organizaciones,
aquellas dependiendo de la espontaneidad y esas otras intentando dominarla,
están desapareciendo. La propaganda para las nuevas organizaciones suma
no más que la esperanza de que ellos se levantarán espontáneamente.
Como los creyentes en la espontaneidad, los abogados de la organización,
también son ahora 'utópicos' de cara a la realidad totalitaria
que está emergiendo.
Para algunos, sin embargo, la existencia de la Rusia bolchevique parece contradecir
tanto la afirmación de que el viejo movimiento obrero ha desaparecido
como de que la disputa en la discusión sobre la organización y
la espontaneidad se ha vuelto sin sentido debido a las condiciones sociales
alteradas. Después de todo, aquellos que enfatizaron la organización
tenian su expresión en Rusia y continuan ejerciendo su poder en el nombre
del socialismo. Ellos pueden considerar su éxito como una verificación
de su teoría y lo mismo, por otra parte, esas organizaciones reformistas
que se han convertido en partidos gubernamentales, como por ejemplo, el Partido
Laborista Británico. No pueden considerar su posición presente
como una transformación en capitalismo totalitario sino como un paso
hacia la socialización de la sociedad.
El Gobierno Laborista y sus organizaciones soporte demuestran meramente, sin
embargo, que el viejo movimiento obrero ha llegado a un final a causa de su
logro organizativo. Es bastante obvio que la única preocupación
de los Laboristas es el mantenimiento del status quo. Ellos están, por
supuesto, todavía comprometidos en el re-organizamiento de la estructura
política y gubernamental, pero la defensa del capitalismo se ha vuelto
la defensa de su propia existencia. Y defender el capitalismo significa continuar
y acelerar la concentración y centralización del poder económico
y político camuflados como la 'nacionalización' de industrias
clave. Involucra cambios sociales que incrementan y afianzan los poderes de
manipulación y control del capital y del gobierno, y que integran el
movimiento obrero en una cadena/red en desarrollo de organizaciones totalitarias
que no sirven a nadie más que a las clases dominantes.
Si las organizaciones como esas que dominan el movimiento obrero británico
ganan influencia política y no la usan para los fines revolucionarios,
no es porque su 'ideologia democrática' les prohiba hacerlo real, como
algo distinto de lo gubernamental, impulsar por esos medios otra cosa que el
consenso mayoritario. Sus propias organizaciones, 'democráticas' sólo
en terminología, están determinadas por una burocracia y estrechamente
se asemejan a la estructura democrática capitalista que presupone el
imperio absoluto de los propietarios y gestores del capital. Tampoco ellos temen
a la fuerza restante en sus adversarios capitalistas; su conservadurismo proviene
directamente de que sus propios intereses organizativos están limitados
por la fase pre-totalitaria del desarrollo capitalista.
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