Paul Mattick
El comunismo de consejos
Índice
II
Aunque se intenta a menudo, es imposible explicar el presente estado
miserable del movimiento obrero como el resultado de muchas "traiciones"
a manos de "renegados", o por la "falta de visión"
de las necesidades reales de la clase obrera por parte de sus dirigentes.
Ni es posible culpar a formas de organización específicas,
o a ciertas tendencias filosóficas, de las muchas derrotas que
han ocurrido. Ni es posible explicar el declive del movimiento atribuyéndoselo
a "características nacionales" o "peculiaridades
psicológicas". El declive del movimiento obrero es
un declive general; todas las organizaciones, sin consideración
de sus formas y actitudes específicas, están por consiguiente
afectadas; y ningún país ni ningún pueblo han sido
capaces de escapar a esta tendencia a la caída. Ningún
país, viendo la destrucción del movimiento obrero en otras
tierras, ha sido capaz de "sacar lecciones de sus derrotas";
ninguna organización, viendo otras derrumbándose, fue
capaz de "aprender para evitar este destino". La castración
de todo el poder de los trabajadores en Rusia en 1920 fue rápidamente
copiada en Turquía, en Italia, en China, en Alemania, en Austria,
en Checoslovaquia, en España, y ahora en Francia, y pronto en
Inglaterra. Es cierto que en cada país, a causa de las peculiaridades
del desarrollo económico y social, la destrucción de las
organizaciones obreras capaces de funcionar como tales ha variado de
caso a caso; sin embargo, nadie puede negar que en todos estos países
la independencia del movimiento obrero fue abolida. Lo que existe todavía
allí bajo el nombre de organización obrera no tiene nada
en común con el movimiento obrero que se ha desarrollado históricamente
--o que, en los países más atrasados, estaba en proceso
de desarrollo-- y que fuera fundado para mantener una oposición
insuperable a una sociedad dividida en obreros impotentes y explotadores
que controlan todo el poder económico --y el consecuente poder
político--. Lo que todavía existe allí en la forma
de partidos, sindicatos de oficio e industriales, frentes obreros y
otras organizaciones, está tan completamente integrado en la
forma de sociedad existente que es incapaz de funcionar de otro modo
que como un instrumento de esa sociedad.
No es posible, además, culpar a la expresión teórica
más importante desarrollada hasta ahora en el movimiento obrero
--el marxismo-- de las muchas limitaciones del movimiento obrero
y de su presente destrucción. Ese movimiento obrero que está
ahora muriendo tenía muy poco que ver con el marxismo. Tal crítica
del marxismo sólo puede surgir de una falta de todo conocimiento
en lo que respecta a sus contenidos. Tampoco el marxismo fue mal entendido;
fue rechazado tanto por el movimiento obrero como por sus críticos,
y nunca fue tomado para lo que es: “una guía no dogmática
para la indagación científica y la acción revolucionaria"2.
En ambos casos, tanto por parte de aquéllos que lo adoptaron
como una frase sin significado, como por aquéllos que combatieron
incluso esta frase sin significado, fue utilizado en su lugar como un
instrumento para ocultar una práctica que, por un lado, confirmaba
la entereza científica de la ciencia social marxiana, y, por
otro lado, estaba fuertemente opuesta a la correspondiente y perturbadora
realidad.
Aunque desarrollado bajo la influencia del marxismo, este movimiento
obrero decadente ha repudiado ahora por completo sus comienzos revolucionarios,
incluso donde su adhesión ha sido meramente nominal, y actúa
sobre fundamentos enteramente burgueses. Tan pronto como se reconoce
este hecho, no hay necesidad de buscar las razones del declive del movimiento
obrero en alguna filosofía vagamente elaborada y actualmente
despreciada; en cambio, este declive se convierte en un paralelo completamente
evidente del declive del capitalismo. Ligado a un capitalismo en expansión,
totalmente integrado en el conjunto del tejido social, el viejo movimiento
obrero puede solamente estancarse con el capitalismo en estancamiento,
y decaer con el capitalismo decadente. No puede divorciarse de la sociedad
capitalista, a menos que rompa completamente con su propio pasado, lo
que es posible solamente disolviendo las viejas organizaciones --en
la medida en que todavía existen--. Esta posibilidad, sin embargo,
está impedida debido a los intereses establecidos desarrollados
en esas organizaciones. Un renacimiento del movimiento obrero es concebible
sólo como una rebelión de las masas contra "sus"
organizaciones. Justamente como las relaciones de producción,
para hablar en términos marxianos, impiden el despliegue ulterior
de las fuerzas productivas de la sociedad, y son responsables del presente
declive capitalista, así las organizaciones obreras de hoy impiden
el pleno despliegue de las nuevas fuerzas de la clase proletaria y sus
intentos de nuevas acciones que sirvan a los intereses de clase de los
trabajadores. Estas tendencias en conflicto entre los intereses de la
clase obrera y las organizaciones obreras predominantes se revelaron
con la mayor claridad en Europa, donde el proceso de expansión
capitalista se detuvo y la contracción económica fue sentida
más severamente, resultando en formas fascistas de control sobre
la población. Pero en América también, donde las
fuerzas de la economía capitalista han estado menos exhaustas
que en Europa, los viejos dirigentes obreros están unidos a los
de las organizaciones obreras más nuevas, aparentemente más
progresivas, en el apoyo a la clase capitalista, que se esfuerza por
mantener su sistema incluso después de que su base social e histórica
haya desaparecido.
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2 Ver: Karl Marx, por Karl Korsch. Una reafirmación de los principios
y contenidos más importantes de la ciencia social de Marx. (Nueva
York, John Wiley, 1938.) |